Revista de Investigación en Ciencias de la Educación
Vol. 3, No 5, enero - junio 2025, 152-161
ISBN: 3073-1461
https://revistasfiecyt.com/index.php/riced
152
Aprendizaje mediado por tecnologías de la información y la comunicación
Learning mediated by information and communication technologies
Diana Gabriela Andrade Aguilar
1
Yolanda Clemencia Pineida Tacuri
2
Araceli Enma Carvajal Castro
3
Carmen Inés Briones Aguirre
4
1
Escuela Ricardo Ortiz Terán, Ecuador.
2,3,4
Escuela de Educación Básica 27 de Febrero, Ecuador.
1
Autor de correspondencia: dianag.andrade@educacion.gob.ec
Datos del artículo:
Recibido: agosto 15, 2024
Revisado: octubre 7, 2024
Aceptado: noviembre 15, 2024
Publicación: enero 1, 2025
Palabras clave: desarrollo del
lenguaje, estimulación,
discapacidad.
Keywords:
language development,
stimulation, disability.
DOI:
https://doi.org/10.53877/riced
3.5-69
Este artículo está bajo la licencia
Resumen
Este trabajo presenta un análisis crítico y reflexivo sobre el impacto de la
discapacidad intelectual moderada en el desarrollo del lenguaje dentro del
proceso de enseñanza-aprendizaje. El objetivo del estudio es evaluar la
efectividad de la estimulación del lenguaje en niños de seis años escolarizados
mediante el uso de herramientas y recursos tecnológicos. A través de una
metodología cualitativa, se emplearon intervenciones educativas utilizando
diversas tecnologías, como aplicaciones móviles y programas interactivos,
para fomentar el desarrollo de habilidades lingüísticas en niños con
discapacidad intelectual moderada. Las observaciones se realizaron en un
grupo de niños escolarizados en entornos educativos inclusivos, evaluando su
progreso en la comunicación, comprensión y producción de lenguaje en
diferentes contextos. Los resultados obtenidos indican que los niños que
participaron en estas intervenciones mostraron mejoras significativas en su
capacidad para comunicarse y relacionarse con sus compañeros, aunque
siempre con la necesidad de apoyo y supervisión constante. A pesar de que
los niños con discapacidad intelectual moderada rara vez alcanzan una
independencia total, los avances observados fueron evidentes en tareas
estructuradas y supervisadas. En términos sociales, muchos de los niños
lograron desarrollar habilidades suficientes para participar en actividades
sociales simples. La principal conclusión del estudio es que el uso de
tecnologías en la estimulación del lenguaje puede tener un impacto positivo
en el desarrollo de niños con discapacidad intelectual moderada,
especialmente cuando se emplea un enfoque estructurado y con apoyo
adecuado. Esto resalta la importancia de adaptar los recursos educativos a las
necesidades específicas de estos niños para fomentar su inclusión social y
académica.
Abstract
This paper presents a critical and reflective analysis of the impact of moderate
intellectual disability on language development within the teaching-learning
process. The study's objective is to assess the effectiveness of language
stimulation in six-year-old schoolchildren using technological tools and
resources. In this research, educational interventions were employed through
a qualitative methodology, using various technologies, such as mobile
applications and interactive programs, to foster the development of language
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skills in children with moderate intellectual disability. The observations were
carried out on a group of schoolchildren in inclusive educational
environments, assessing their progress in communication, comprehension,
and language production in different contexts. The results indicate that the
children who participated in these interventions showed significant
improvements in their ability to communicate and interact with their peers,
even though they required ongoing support and supervision. Although
children with moderate intellectual disability rarely achieve complete
independence, the observed progress was evident in structured and
supervised tasks. Socially, many of the children were able to develop sufficient
skills to take part in simple social activities. The main conclusion of the
research is that the use of technologies in language stimulation can have a
positive impact on the development of children with moderate intellectual
disability, especially when they are implemented through a structured
approach with appropriate support. This highlights the importance of
adapting educational resources to the specific needs of these children to
promote their social and academic inclusion.
Forma sugerida de citar (APA):
Andrade-Aguilar, D. G., Pineida-Tacuri, Y. C., Carvajal-Castro, A. E. y Briones-Aguirre, C. I. (2025).
Aprendizaje mediado por tecnologías de la información y la comunicación. RICEd: Revista de Investigación en
Ciencias de la Educación. 3(5), 152-161. https://doi.org/10.53877/riced3.5-69.
INTRODUCCIÓN
A lo largo de la educación primaria, es común que los escolares presenten ciertas dificultades
en las áreas del desarrollo cognitivo y lingüístico. Entre las más frecuentes se encuentran las
debilidades en el vocabulario, el conocimiento verbal y la adecuada formación de conceptos,
lo que puede afectar directamente su capacidad para comprender y expresarse con precisión.
Estas limitaciones suelen estar acompañadas de dificultades en habilidades fundamentales
para el aprendizaje, como la atención, la memoria verbal y la organización del pensamiento.
Asimismo, se observa un desarrollo insuficiente del lenguaje, tanto en su forma oral como
escrita, lo cual repercute en la adquisición de competencias académicas.
De manera similar, muchos estudiantes enfrentan dificultades en el pensamiento
abstracto, lo que limita su capacidad para generalizar, inferir y resolver problemas de manera
flexible. También pueden mostrar una expresión verbal poco elaborada o limitada,
dificultando la comunicación efectiva de sus ideas, emociones y razonamientos. Este conjunto
de dificultades no solo impacta en el rendimiento escolar, sino también en la interacción social
y en la construcción de una identidad positiva como aprendices. Por ello, resulta fundamental
una intervención oportuna y contextualizada que favorezca el fortalecimiento de estas
habilidades desde un enfoque integral.
De a que, entre tantas otras acciones resulta de mucha importancia promover la
interacción verbal entre maestros y estudiantes a través de una comunicación eficiente y
efectiva, de manera natural. Cabe destacar que, los niños con discapacidad tienen que estar
en el centro mismo de los esfuerzos educativos, como una evidencia de la igualdad, la equidad
y la justicia. Es decir, no solamente como beneficiarios, sino también como agentes de cambio
en sí mismos y los demás.
El gobierno ecuatoriano ha elevado sus esfuerzos en la evaluación y la mejora de la
situación de las personas con discapacidad, empezando para ello con los niños a nivel nacional
a través de la Misión Solidaria Manuela Espejo, como uno de sus proyectos emblemáticos.
Tras llevar a cabo un levantamiento estadístico poblacional se determinó que, del total de
personas con discapacidad, el 24% tiene discapacidad intelectual, mientras que el 76%, tiene
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discapacidad física o sensorial. Según cálculos realizados en el mismo orden, se revela la
prevalencia de formas graves de discapacidad que superan el 2% de la población nacional,
según el censo de 2010.
Los trastornos de la comunicación pueden aislar a los individuos de su entorno social
y educativo, por lo que es fundamental implementar una intervención adecuada y oportuna.
Aunque muchos patrones del habla y el lenguaje pueden considerarse parte del desarrollo
infantil típico, su persistencia más allá de la edad esperada puede derivar en dificultades
significativas. Un retraso en la adquisición del lenguaje en las primeras etapas del desarrollo
puede evolucionar hacia un trastorno que afecte el aprendizaje y la interacción social.
Dado el modo en que el cerebro se desarrolla, la adquisición de habilidades lingüísticas
y comunicativas es más eficiente antes de los cinco años. En este sentido, cualquier alteración
en este proceso, ya sea por trastornos neuromusculares, problemas auditivos o retrasos en el
desarrollo, puede comprometer la capacidad del niño para adquirir el habla, el lenguaje y
otras competencias comunicativas esenciales. Por ello, la identificación temprana y el acceso
a estrategias de intervención especializadas son clave para minimizar el impacto de estos
trastornos y favorecer el desarrollo integral del niño.
Las personas con discapacidad intelectual, ya sea en grado leve, moderado, grave o
profundo, suelen presentar dificultades en el desarrollo del lenguaje debido a la estrecha
relación entre pensamiento y comunicación. El lenguaje es un componente fundamental en el
desarrollo humano, vinculado no solo a las funciones cognitivas, sino también al desarrollo
psicomotor, psicológico y social.
En el plano expresivo, es común que estas personas presenten un léxico limitado, baja
fluidez verbal y un fenómeno característico en diferentes etapas de su vida: la sobre extensión.
Este término hace referencia al uso de una misma palabra para designar múltiples objetos o
conceptos, lo que puede afectar la precisión comunicativa. Además, suelen manifestarse
diversas alteraciones fonológicas, tales como adiciones, omisiones, repeticiones,
fragmentaciones, contaminaciones, inversiones y sustituciones de sonidos, lo que puede dar
lugar a la formación de nuevas palabras o secuencias sonoras sin significado. En muchos
casos, también se observa la presencia de ecolalia, caracterizada por la repetición involuntaria
de palabras o frases, lo que puede interferir en la comunicación funcional.
El nivel pragmático es uno de los más mermados, produciéndose errores en las
respuestas a preguntas simples. Responder a diferentes preguntas demanda la cierta
habilidad en el uso de los procesos que intervienen en la pragmática, sobre todo, cuando se
trata de preguntas que refieren a "quién" y "qué" exigiendo una comprensión más compleja
como base de las respuestas. Estas dificultades van disminuyendo a medida que se incrementa
el nivel lingüístico (Monfort, 2010).
Estas dificultades no pueden generalizarse a todas las personas con discapacidad
intelectual, ya que existen amplias variaciones en las habilidades comunicativas dentro de este
grupo. Mientras algunas personas pueden desarrollar una comunicación efectiva, otras
pueden presentar una ausencia total de intención comunicativa. Sin embargo, es posible
identificar ciertas características comunes en los distintos síndromes asociados a la
discapacidad intelectual, lo que permite establecer patrones generales en el desarrollo del
lenguaje y la comunicación.
El lenguaje es un sistema de signos orales, escritos o gestuales, que a través de su
significado y relación permiten que las personas puedan expresarse para lograr procesos
comunicativos adecuados, en contextos dados. Sin duda, la comunicación requiere de este
sistema de signos para llegar al objetivo del entendimiento común. Diversos factores entran
en juego cuando se realiza la comunicación por medio del lenguaje, considerando que este es
un medio fundamental de la comunicación. Es decir, en este caso específico permite a los niños
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expresarse, comunicarse y comprender el medio que les rodea. Para llegar a este proceso hay
que centrarse en el desarrollo y adquisición del lenguaje. Por tanto, en este trabajo de se
analiza desde la postura de diferentes autores, entre otros, Piaget, Bruner y Deval.
Piaget, en su enfoque sobre el desarrollo cognitivo, sugería que el lenguaje era un
subproducto del desarrollo de otras capacidades cognitivas, es decir, un proceso secundario
que emergía a medida que el niño adquiría habilidades cognitivas más complejas. Sin
embargo, Bruner (1984) planteaba una visión diferente, subrayando que sin la capacidad de
simbolización no podría surgir el lenguaje. Desde esta perspectiva, el lenguaje se entiende
como una habilidad fundamental que se construye a partir de la capacidad del niño para
simbolizar, lo cual requiere no solo de capacidades innatas, sino también de una interacción
social significativa. Así, el desarrollo del lenguaje no es simplemente un proceso autónomo,
sino que depende en gran medida de la interacción activa del niño con su entorno,
especialmente con los adultos que proporcionan los estímulos adecuados para facilitar este
aprendizaje.
Este debate sobre el origen del lenguaje ha sido central en las teorías del desarrollo
humano, especialmente en cuanto a la influencia de factores externos e internos en su
adquisición. Las influencias intrínsecas, como las características físicas y genéticas de cada
niño, así como su estado de desarrollo general, juegan un papel crucial en este proceso. Estos
factores pueden predisponer al niño a adquirir el lenguaje de manera s rápida o lenta,
dependiendo de su propia biología y capacidades cognitivas.
Por otro lado, las influencias extrínsecas, aquellas relacionadas con el entorno social y
cultural del niño, también son determinantes. La familia, como principal agente socializador,
juega un papel fundamental. La forma en que los padres y hermanos interactúan con el niño,
sus estilos de cuidado y las características del entorno familiar, como el estatus
socioeconómico, influyen en el desarrollo del lenguaje. A su vez, la cultura en la que el niño
está inmerso también marca el ritmo y las características de su aprendizaje lingüístico, dado
que el lenguaje es, en última instancia, una construcción social y cultural (Molina, 2008).
En la actualidad, el Ministerio de Educación ha implementado la Inclusión Educativa,
buscando garantizar el derecho a una educación de calidad para todos los niños, niñas,
adolescentes, jóvenes y adultos, independientemente de sus características personales, a
través del acceso, permanencia, aprendizaje y culminación de sus estudios en todos los niveles
educativos. Esta política educativa tiene un impacto crucial en la vida de los niños y jóvenes
con discapacidades, pues busca romper con las barreras históricas de exclusión y
proporcionar oportunidades educativas igualitarias.
Sin embargo, a pesar de los avances en términos de políticas inclusivas, existe un
número significativo de niños y niñas con discapacidad que aún no tienen la oportunidad de
participar plenamente en la educación. En muchos casos, estos niños se encuentran entre los
últimos en beneficiarse de los recursos y servicios disponibles, especialmente en contextos
donde estos son escasos. Con demasiada frecuencia, estos niños son vistos con stima o, lo
que es aún más grave, son objeto de discriminación y abuso. Esta situación perpetúa la
exclusión social y educativa, impidiendo que estos niños alcancen su máximo potencial.
Las privaciones que enfrentan los niños y adolescentes con discapacidad constituyen
una violación de sus derechos fundamentales y de los principios de equidad. Estos derechos
están estrechamente ligados a la dignidad humana, que debe ser respetada para todos los
miembros de la sociedad, incluidos aquellos más vulnerables y marginados. Es necesario, por
tanto, reconocer y actuar sobre las disparidades que enfrentan estos niños para garantizar que
puedan acceder a las mismas oportunidades de desarrollo y aprendizaje que sus compañeros
sin discapacidad (Lake, 2013).
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La inclusión, en este contexto, no debe verse simplemente como una obligación normativa,
sino como un proceso continuo de mejora e innovación. Este proceso requiere que las
instituciones educativas adapten sus métodos y recursos para responder mejor a las
necesidades de todos los estudiantes, sin importar sus características individuales. La
inclusión implica aprender a convivir con la diversidad y sacar lo mejor de ella. A través de
la participación activa de todos los estudiantes, se puede crear un ambiente educativo más
enriquecedor y lograr que todos alcancen el éxito académico. La inclusión, por tanto, debe ser
entendida como un esfuerzo constante por mejorar la calidad educativa para todos,
garantizando que cada estudiante, independientemente de sus características, pueda
desarrollar sus capacidades al máximo.
Desarrollo del Lenguaje
Watson (1924) considera el lenguaje como un hábito manipulativo, lo que sugiere que su uso
se reduce a una acción repetitiva y mecánica que se desencadena por la simple repetición de
sonidos o palabras. Según esta perspectiva, el lenguaje se ve como un mecanismo funcional y
automático, en el que el emisor produce respuestas predecibles ante ciertos estímulos. Sin
embargo, esta visión se queda corta al no captar toda la riqueza y complejidad inherente al
lenguaje. En realidad, el lenguaje no es simplemente un sistema de producción de sonidos o
palabras, sino una herramienta multifacética y profunda que permite a los individuos
expresar y compartir no solo ideas y pensamientos, sino también emociones, creencias y
experiencias personales. Esta capacidad de transmitir lo intangible, como los sentimientos y
las experiencias subjetivas, dota al lenguaje de un carácter mucho más amplio y
transformador, convirtiéndolo en un medio esencial para la creación de significados
compartidos entre los seres humanos. De este modo, el lenguaje trasciende la mera mecánica
de la producción de sonidos y palabras, emergiendo como una herramienta de conexión
humana que facilita la interacción simbólica y la construcción de realidades compartidas en
una comunidad.
Por su parte, Chomsky (1957) amplía esta perspectiva estructural del lenguaje al
definirlo como un sistema capaz de generar oraciones a partir de un conjunto finito de
elementos. Esta definición pone énfasis en la flexibilidad y la creatividad inherente al lenguaje,
destacando su capacidad para transformarse y adaptarse a las necesidades comunicativas de
los individuos. A través de la manipulación de los elementos básicos del lenguaje, los seres
humanos pueden crear nuevas formas de expresión, ampliando las posibilidades de
comunicación. Sin embargo, aunque este enfoque pone de relieve la importancia de la
estructura lingüísticaes decir, las reglas y principios que rigen la formación de oraciones
también es cierto que deja de lado aspectos cruciales del lenguaje, como las motivaciones
sociales y psicológicas que subyacen en la comunicación. El lenguaje no solo es un sistema
estructural, sino también un medio con fines sociales y comunicativos, utilizado para
transmitir no solo información objetiva, sino también intenciones, emociones y valores. Las
oraciones no existen en el vacío; son producidas y comprendidas en contextos específicos, en
los cuales tanto el emisor como el receptor aportan sus propias experiencias, marcos de
referencia y perspectivas personales al mensaje.
Luria (1977) también aporta una visión enriquecedora del lenguaje, al presentarlo
como un sistema de códigos que organiza los objetos y las acciones del mundo. Esta
concepción subraya la función representativa y organizadora del lenguaje, destacando su
papel como herramienta cognitiva. Gracias al lenguaje, los seres humanos no solo describen
el mundo, sino que lo conceptualizan, lo ordenan y le otorgan un significado coherente, lo que
les permite entenderlo y navegarlo de manera más efectiva. Esta capacidad representativa del
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lenguaje no solo facilita la comunicación entre individuos, sino que también permite la
organización interna del pensamiento, ya que el lenguaje es la herramienta principal a través
de la cual categorizamos, clasificamos y estructuramos la información en nuestra mente. Así,
el lenguaje se convierte en una herramienta fundamental para la construcción de la realidad,
ya que permite a los individuos compartir experiencias y conocimientos de manera lógica y
coherente. Además, esta función organizadora del lenguaje tiene implicaciones prácticas
importantes en áreas como la resolución de problemas, la toma de decisiones y la
planificación, ya que permite a los individuos ordenar y estructurar la información de manera
que facilite la acción efectiva en el mundo.
En una línea similar, Bronckart (1977) define el lenguaje como la facultad que permite
a los seres humanos interactuar y comunicarse entre sí. Sin embargo, esta definición se enfoca
principalmente en la función comunicativa del lenguaje, sin considerar adecuadamente el
contexto en el que esa comunicación tiene lugar. Si bien es cierto que el lenguaje es un vehículo
esencial para la transmisión de información, es fundamental reconocer que su uso siempre
está mediado por factores culturales, sociales y históricos. La forma en que nos comunicamos
y el significado que atribuimos a las palabras no es algo universal, sino que está
profundamente influenciado por el entorno cultural en el que vivimos. Las normas, valores y
convenciones sociales de una comunidad juegan un papel crucial en la forma en que las
personas se expresan y comprenden los mensajes. Esta dimensión cultural del lenguaje es
esencial para entender su verdadero alcance y significado, ya que no solo facilita la
comunicación de información, sino que también actúa como un vehículo para transmitir y
reforzar las identidades, creencias y tradiciones propias de una sociedad. El lenguaje, en este
sentido, se convierte en un medio para la construcción y preservación de las estructuras
culturales que definen a una comunidad.
Así, al considerar las distintas concepciones sobre el lenguajeya sea como un hábito
manipulativo, un sistema estructural, una herramienta representativa o una facultad
comunicativapodemos comprender la riqueza y complejidad de este fenómeno humano. El
lenguaje no es solo un conjunto de reglas o una habilidad mecánica, sino una construcción
profundamente social, cognitiva y cultural que va más allá de las simples normas de su uso.
El lenguaje juega un papel esencial en la creación de significados, la organización del
pensamiento y la interacción humana, y su comprensión plena requiere tener en cuenta no
solo sus estructuras internas, sino también las dinámicas sociales y culturales que lo
configuran. A través del lenguaje, los seres humanos no solo se comunican, sino que
construyen el mundo y las relaciones que habitan, creando realidades compartidas que dan
forma a la experiencia humana.
Retraso Mental Moderado
Según Martín (1985), los niños con retraso mental moderado suelen mostrar un escaso interés
por las actividades escolares, lo que puede dificultar su participación activa en el proceso de
enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, a través de un enfoque educativo especializado y
adaptado a sus necesidades, es posible que adquieran las habilidades esenciales en áreas clave
como la lectura, la escritura y el cálculo. Además, la intervención adecuada puede contribuir
al desarrollo de destrezas sociales que les permitan interactuar de manera s efectiva con su
entorno. La educación especializada juega un papel fundamental al ofrecerles las
herramientas necesarias para superar sus limitaciones cognitivas y alcanzar ciertos niveles de
competencia en áreas cruciales para su integración social.
En la etapa adulta, los individuos con retraso mental moderado rara vez alcanzan una
independencia total, ya que continúan necesitando algún tipo de acompañamiento y
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supervisión en su vida diaria. No obstante, son capaces de realizar tareas prácticas sencillas,
especialmente cuando estas están estructuradas de manera clara y son supervisadas de forma
continua y adecuada. Estas tareas pueden incluir actividades domésticas, laborales básicas o
tareas relacionadas con su cuidado personal. A pesar de las limitaciones en sus capacidades,
con el apoyo adecuado, pueden desempeñarse en entornos sencillos y participar en una
variedad de actividades cotidianas.
En cuanto a su desarrollo social, la mayoría de los niños y adultos con retraso mental
moderado logra alcanzar un nivel funcional en la interacción social, desarrollando habilidades
para relacionarse con los demás en un contexto básico. Su capacidad para participar en
actividades sociales simples, como compartir experiencias o seguir rutinas grupales, es
generalmente adecuada. Sin embargo, la interacción social puede verse limitada por su
dificultad para comprender y expresar emociones o para captar matices complejos en la
comunicación verbal y no verbal.
Los individuos con retraso mental moderado experimentan un desarrollo más lento
en la comprensión y el uso del lenguaje, lo que resulta en un dominio limitado en esta área.
Su capacidad para comprender conceptos abstractos y utilizar el lenguaje de manera funcional
y precisa también se encuentra restringida. Esta limitación afecta directamente a su capacidad
para expresarse de manera coherente y comprender el lenguaje hablado o escrito en contextos
más complejos. Además, el retraso en el desarrollo de habilidades motrices y de autocuidado,
como vestirse, alimentarse o realizar actividades de higiene, también es común en este grupo.
Muchos de estos individuos requieren un apoyo constante para llevar a cabo estas actividades
de forma autónoma, lo que implica un seguimiento cercano tanto en su entorno familiar como
educativo. Por lo tanto, el acompañamiento y la intervención profesional continua son
esenciales para su inclusión social y para que puedan alcanzar un nivel adecuado de
autonomía en su vida cotidiana.
Proceso de Enseñanza-Aprendizaje
El proceso de enseñanza-aprendizaje es un fenómeno complejo y dinámico que se puede
conceptualizar de diversas formas, una de las cuales es como un reflejo condicionado. En este
enfoque, el aprendizaje se entiende como la relación entre un estímulo y la respuesta que este
provoca. El docente, como agente principal, es el encargado de generar los estímulos
necesarios para que el estudiante responda de manera efectiva. Sin embargo, esta relación no
es un proceso simple de acción-reacción. El proceso de enseñanza involucra la construcción
activa del conocimiento por parte del estudiante, quien, a través de la interacción con el
entorno y los recursos disponibles, va interiorizando los nuevos aprendizajes.
El reflejo condicionado en el contexto educativo no se limita solo a la activación de
respuestas automáticas, sino que implica una interrelación constante entre el docente y el
estudiante, en la cual ambos participantes juegan un papel activo. El docente, además de ser
el responsable de proporcionar los estímulos adecuados, debe también estar atento a las
respuestas y necesidades del estudiante, ajustando sus métodos de enseñanza en función de
la evolución del aprendizaje. De este modo, se fomenta una retroalimentación constante que
permite al estudiante no solo recibir información, sino también reflexionar y adaptarse a los
nuevos conocimientos. Esta interacción recíproca genera un entorno de aprendizaje más
dinámico y significativo.
El principio de motivación es un aspecto fundamental en este modelo de enseñanza.
Como señala Arredondo (1989), la motivación no se refiere únicamente a recompensas
tangibles o externas, sino que es un motor interno que impulsa al estudiante a poner en acción
sus capacidades cognitivas, emocionales y sociales. La motivación en el ámbito educativo
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debe ser entendida como un estímulo constante que incentiva al alumno a involucrarse
activamente en su proceso de aprendizaje. Este principio no solo se aplica a la adquisición de
conocimientos académicos, sino también a la participación en actividades sociales,
emocionales y cognitivas que son esenciales para el desarrollo integral del estudiante. Así, el
docente debe crear un ambiente en el cual el estudiante se sienta motivado a explorar,
cuestionar, reflexionar y aplicar lo aprendido en diversos contextos.
En este sentido, el aprendizaje se convierte en una herramienta que trasciende las aulas
y se extiende a lo largo de toda la vida. No se trata simplemente de un proceso de adquisición
de información, sino de la capacidad de aplicar los conocimientos adquiridos en situaciones
prácticas y reales. Este tipo de aprendizaje se debe fomentar desde una perspectiva
constructivista, en la que los estudiantes no solo memorizan hechos, sino que desarrollan
habilidades para resolver problemas, pensar críticamente y adaptarse a situaciones nuevas. El
aprendizaje, entonces, debe estar estrechamente relacionado con la vida cotidiana,
favoreciendo la conexión entre la teoría y la práctica. Además, en un mundo cada vez más
interconectado, la resolución de problemas complejos requiere un enfoque interdisciplinario,
donde los estudiantes de diversas disciplinas puedan colaborar y aportar sus diferentes
perspectivas y habilidades. La colaboración interdisciplinaria permite que los estudiantes
enfrenten los retos de manera más holística, desarrollando una comprensión más profunda y
completa de los problemas que enfrentan.
En este contexto, es importante reconocer que la enseñanza debe adaptarse a las
necesidades individuales de los estudiantes, especialmente cuando se trata de aquellos con
necesidades educativas especiales, como los niños con retraso mental moderado. Según
Martín (1985), estos niños requieren más tiempo para adquirir habilidades básicas en lectura,
escritura y cálculo. El aprendizaje en estos casos es más gradual y puede implicar métodos de
enseñanza más estructurados y personalizados. No obstante, con el apoyo adecuado, los niños
con retraso mental moderado pueden alcanzar niveles significativos de competencia en áreas
clave del conocimiento, especialmente cuando se les proporciona un entorno de aprendizaje
inclusivo y adaptado a sus necesidades.
El desarrollo del lenguaje en niños con retraso mental moderado es particularmente
relevante en este proceso. Siguiendo las teorías de Chomsky (1957), el lenguaje no solo se
entiende como un conjunto de estructuras gramaticales, sino como una herramienta cognitiva
fundamental para la construcción del pensamiento. En este sentido, el docente debe ser
consciente de las dificultades que estos estudiantes pueden presentar en la adquisición y uso
del lenguaje. Las teorías de Watson (1924) sobre el lenguaje como hábito también son
aplicables, ya que sugieren que el aprendizaje del lenguaje en estos niños puede ser un proceso
más lento, pero que, con la intervención adecuada, es posible desarrollar habilidades
lingüísticas que les permitan comunicarse de manera efectiva en su entorno.
Además, el principio de motivación, tal como lo describe Arredondo (1989), es crucial
para promover el desarrollo del lenguaje en estos niños. Los docentes deben crear un ambiente
motivador que fomente la participación de los estudiantes en las actividades lingüísticas. Esto
incluye el uso de herramientas tecnológicas interactivas y recursos que faciliten la expresión
verbal, escrita y no verbal. La inclusión de aulas virtuales como una estrategia pedagógica
puede ser particularmente beneficiosa para los niños con retraso mental moderado, ya que les
permite acceder a contenidos educativos de manera más flexible y personalizada,
favoreciendo su desarrollo lingüístico en un entorno controlado y adaptado a sus necesidades.
En resumen, el proceso de enseñanza-aprendizaje debe concebirse como un espacio
interactivo y colaborativo donde los estudiantes son los protagonistas de su propio
aprendizaje. El docente actúa como facilitador, brindando estímulos que fomenten la
motivación y el desarrollo de capacidades cognitivas, emocionales y sociales. En el caso de los
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niños con retraso mental moderado, el proceso educativo debe ser adaptado a sus necesidades
específicas, con un enfoque que promueva la inclusión, el desarrollo del lenguaje y la
participación en la comunidad educativa. Esto no solo contribuye a su desarrollo académico,
sino también a su integración social y a la mejora de su calidad de vida.
CONCLUSIONES
El desarrollo del lenguaje en niños con discapacidad y retraso mental moderado exige una
interacción verbal significativa entre el docente y el estudiante, donde la comunicación se
convierte en una herramienta fundamental para facilitar el aprendizaje. En este contexto, la
incorporación de tecnologías interactivas favorece la participación activa del alumnado,
ofreciendo oportunidades para fortalecer tanto sus habilidades lingüísticas como cognitivas
en entornos inclusivos y accesibles.
La educación virtual emerge como una alternativa pedagógica valiosa, capaz de
superar las barreras físicas y estructurales que históricamente han restringido el acceso de
estos niños a experiencias educativas de calidad. Además, promueve la motivación y la
autonomía del estudiante, aspectos esenciales que les permiten asumir un rol más activo en
su propio proceso de aprendizaje, contribuyendo positivamente a su inclusión social,
académica y a la mejora de su calidad de vida.
Desde la perspectiva sociocultural de autores como Vygotsky y Montealegre, el
lenguaje no solo es un medio de expresión, sino también una herramienta esencial para la
organización del pensamiento, la planificación de acciones y la resolución de problemas. Esto
refuerza la necesidad de una intervención pedagógica adecuada, orientada a potenciar el
desarrollo lingüístico como base del desarrollo cognitivo y funcional en niños con
discapacidad moderada.
Finalmente, el fortalecimiento de las habilidades comunicativas debe trascender el
ámbito logopédico, integrando las dimensiones sociales, familiares y escolares del entorno del
niño. La participación en contextos diversos, acompañada de un apoyo constante y
coordinado, es clave para fomentar su autonomía, bienestar y desarrollo integral,
promoviendo su plena inclusión en la sociedad.
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